Crónica de la huelga general 14 N en Cantabria
La jornada de huelga general en Cantabria cerró con una impactante manifestación en Santander de 50.000 personas, en la que un movimiento masivo rechazó las políticas del Gobierno presidido por Mariano Rajoy.
La jornada de huelga general en Cantabria cerró con una impactante manifestación en Santander de 50.000 personas, en la que un movimiento masivo rechazó las políticas del Gobierno presidido por Mariano Rajoy.
La jornada comenzó temprano en toda la región, con piquetes
informativos que actuaron en las grandes industrias del metal, química y
automotor, así como en los centros de transporte y puertos. Garantizados los
servicios mínimos, el parón fue casi total. Los sindicatos convocantes
calcularon el seguimiento de la huelga en un 100% en el sector ferroviario, un
93% en construcción, un 90% en transporte por carretera, un 85% en los puertos,
un 85% en la pequeña y mediana empresa, un 73% en todos los niveles de
educación, un 70% en hostelería y un 35% en grandes superficies. En la comarca
del Besaya (cabecera Torrelavega) la huelga fue total y las grandes industrias
(como Bridgeston o Sniace) o que se concentran en la zona cerraron al 100%
excepto aquellas que por necesidades de producción tenían pactados servicios
mínimos.
A pesar del vano intento de patronal y gobierno regional de
minimizar su impacto. La evidencia se pudo constatar en varios momentos del
día. Primero en la mañana, cuando los diferentes piquetes fueron confluyendo en
Santander y una columna de 500 persona recorrió el centro de la ciudad
constatando el cierre mayoritario y animando a los trabajadores de las grandes
cadenas franquiciadas (las que estaban abiertas) a cerrar. Establecimientos
emblemáticos como Zara (del grupo Inditex) o Supercor (del grupo El Corte
Inglés) cerraron al paso de los piquetes, aunque ya la mayoría del comercio y
de las obras más significativas de la ciudad (como las del Centro Botín o la
peatonalización de la Calle Lealtad) no habían abierto. Cientos de
establecimientos colgaban en su puerta carteles con mensajes de respaldo a la
huelga general.
A las 12 del mediodía, unas 6.000 personas se congregaron frente
al Edificio de Ministerios de la capital y marcharon hacia Puerto Chico.
Por la tarde se desbordaron todas las previsiones. Todas las
organizaciones sindicales y políticas de izquierda estaban presentes, la marea
verde de la educación pública, los estudiantes universitarios, los afectados
por las preferentes, y miles y miles de ciudadanos individuales fusionados en
una multitud consciente y responsable que sumó 50.000 almas exigiendo la marcha
atrás en las políticas de recortes, la judicialización de las instituciones
financieras responsables de la crisis, la dimisión del Gobierno nacional y la
construcción de una sociedad más justa, con más participación política de las y
los ciudadanos.
Cuando el 28% de una ciudad sale a la
calle significa que el 99% está hablando alto, está gritando. Y cuando un
Gobierno no escucha al pueblo se trata de un gobierno ilegítimo que usurpa la
soberanía popular para aplicar políticas que sólo benefician al gran capital.
Gobierno que no escucha… gobierno que cae.
Represión y hostigamiento
La huelga general fue demoledora y la actuación de la Policía
Nacional no pudo enturbiar una jornada de resistencia popular. Durante toda la
mañana los piquetes lograron evitar la
provocación de las fuerzas de seguridad en puntos como las obras del Centro
Botín o en la puerta del Edificio Ministerios en Santander.
Sin embargo, en Torrelavega, donde el cierre de la ciudad era
total, la Policía antidisturbios cargó de forma arbitraria y descontrolada
contra uno de los piquetes en los que participaban los miembros de Izquierda
Anticapitalista (IA).
La acción represiva fue violenta y concluyó con la detención y
maltrato físico de dos compañeros, entre ellos un militante de IA. Detenidos y
conducidos a la comisaría de Torrelavega, la Policía tuvo que liberar a los
compañeros ante la concentración de casi 4.000 personas a las puertas del
centro de detención. La acción decidida de las y los manifestantes hizo que una
hora después de la detención, los compañeros fueran liberados entre vítores y
gritos de “¡El pueblo unido jamás será vencido!”.
La jornada de lucha y movilización fue ejemplar. Y, a pesar de que
el Gobierno ya haya anunciado que no va a cambiar su política económica, el
mensaje del pueblo ha sido claro y, al igual que el éxito conseguido por las
plataformas ciudadanas de afectados por hipotecas, el movimiento popular cada
día gana más fuerza y responde con más contundencia a las agresiones de los
poderes económico y político.
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